[vc_row][vc_column][vc_column_text]Si te apretaste el dedo en la puerta o te cortaste cocinando, se te va a inflamar. Si te contagias con un virus o una bacteria, tu cuerpo va a entrar en un estado inflamatorio agudo. ¿Qué significa eso? La inflamación dura minutos u horas, y puede tener efecto a nivel local o sistémico. La inflamación es un mecanismo de defensa que nuestro cuerpo activa cuando necesita volver al equilibrio.
Entonces, ¿Qué es la inflamación crónica? Puede durar días, meses e incluso años, y no se da necesariamente con una lesión. Se puede dar por una infección sistémica fuerte (sepsis), o por enfermedades autoinmunes, pero más comúnmente hoy la vemos como la base del envejecimiento, el cáncer, algunas enfermedades degenerativas y metabólicas, especialmente del síndrome metabólico donde se encuentra la obesidad, la diabetes, la dislipidemia, y las cardiopatías asociadas.
A pesar de ser uno de los mayores motivos de consulta y también el factor de riesgo principal de las enfermedades mencionadas, la inflamación crónica sigue siendo un desafío tratarla ya que es un “proceso dinámico, complejo, sistémico y multifactorial”.
¿Qué podemos hacer? Protegernos de ella al actuar temprano y tratarla de manera preventiva. Una de las formas más accesibles es a través de nuestros hábitos, especialmente nuestra dieta. Las elecciones que tomamos a diario respecto a nuestra alimentación pueden encaminarnos hacia esta base patológica o pueden ayudarnos a prevenirla.
Aquí dejo 3 simples recomendaciones para hacer pequeños cambios dentro de nuestros hábitos alimentarios:
- Reducir el consumo de azúcar y aumentar el consumo de azúcares naturales y fibra. Manzana, naranja, kiwi, frutas en general.
- Reducir el consumo de grasas malas (saturadas e hidrogenadas) y aumentar el consumo de grasas saludables. Palta, frutos secos, omega 3.
- Reducir el consumo de productos procesados y comenzar a incorporar el consumo de alimentos antiinflamatorios como frutos rojos (berries), verduras de hoja verde oscura, cúrcuma, semillas de chía.
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Por la Nutricionista Micaela Sánchez[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]