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[vc_row][vc_column][vc_column_text]Es naturaleza del ser humano clasificar todo para entender, dibujar límites claros que entreguen un margen seguro y reglas para todo tipo de comportamientos. La nutrición no queda fuera de esto.

Comúnmente intentamos etiquetar los alimentos como buenos y malos. Las papas fritas son malas, así como las manzanas son buenas y si respetamos estas reglas, entonces estaremos comiendo de forma adecuada. Y es que esto dista muchísimo de la realidad, ya que los alimentos no tienen moral.

Es cierto que existen alimentos más saludables y otros que no lo son tanto, sin embargo; es en la porción de éstos donde encontramos el equilibrio.
Cuando logramos tener hábitos de vida saludables, donde tenemos algunos espacios para “alimentos malos” y no sentimos culpa al comerlos, vamos respondiendo de forma tranquila a nuestros deseos de comer, encontramos una forma amable y sin juicios de relacionarnos con los alimentos.

Es en este punto en donde nos conectamos con las señales que nos envía nuestro cuerpo, lo nutrimos en consciencia y avanzamos hacia una alimentación sin restricciones absolutas, hacia una alimentación más intuitiva, donde nutrimos nuestro cuerpo y también cuidamos de nuestras emociones al comer, sin demonizar ciertos tipos de comida.

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Por la Nutricionista Yael Toporowicz[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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