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[vc_row][vc_column][vc_column_text]Ya va a ser un año y 1.500 km desde que tengo a mi regalona, mi bici que uso para arriba y para abajo, no solo para hacer deporte, sino que también para relajarme, liberar estrés, reflexionar y cantar a todo pulmón mientras voy bajando por alguna pendiente del parque metropolitano viendo al gran Santiago, porque obvio que voy con mi parlantito de bici en el manubrio.

Me encanta ir a pedalear a cualquier parte, pero donde más voy es al cerro San Cristobal tempranito en la mañana con mi hermana o sola. Subo hasta la virgen y bajo hasta llegar al antiguo camino de la pirámide, es su buen pique, ¡pero más que aprovechado!

Creo que lo que más disfruto por lejos de ese pedaleo es poder tener tiempo para mi misma, entregándole a mi cuerpo lo que necesita al exigirle rendimiento y al relajarme sintiendo ese vientecito al bajar por esas pendientes llenas de árboles con la vista del Parque Bicentenario, la cordillera y buena música de fondo. Y si bien es cansador, es tremendamente gratificante llegar a la casa llena de energía y motivación para el resto del día.

Así que, si es que ven por ahí a una loquilla cantando a todo pulmón sobre un par de ruedas, ¡probablemente sea yo!

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Por la Nutricionista María Paz Zepeda [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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